NUEVA YORK.- Para todos aquellos que lo desconozcan, el Festival de Tribeca es relativamente reciente. Nació en noviembre de 2001 gracias a Robert de Niro, Jane Rosenthal y Craig Hatkoff en un intento de reconstruir económica y moralmente el devastado –tras los atentados del 11-S– barrio neoyorquino de Tribeca, del que toma su nombre. Con intención de paliar la pérdida de vitalidad que sufrió el área, situada en la misma zona donde se ubicaba el World Trade Center, se ha realizado año tras año desde entonces –la primera edición tuvo lugar en 2002– hasta llegar a la XV edición, que acaba de arrancar, y ha conseguido alzarse con una reputación sólo comparable a los mejores festivales de Norteamérica, como Sundance y Toronto. La misión del festival es “permitir a la comunidad fílmica internacional y al público en general experimentar el poder del cine”. “Me encantaría que Tribeca fuera parte ya de la tradición y del tejido que forma la ciudad de Nueva York”, declaró el actor y confundador del festival, Robert de Niro, a un grupo de periodistas durante una conferencia de prensa.
El impacto económico del festival ha sido impresionante ya desde los primeros momentos. Actualmente acuden a él unas 450.000 personas a lo largo de sus 12 días de duración. La edición inaugural fue organizada exitosamente en tan solo 120 días y contó con la ayuda de más de 1.300 voluntarios. En ella participaron cineastas prometedores y se contabilizaron más de 150.000 espectadores, generando unos 10,4 millones de dólares en ganancias para los comerciantes del barrio. El festival contó con secciones en las que competían películas narrativas, documentales y cortometrajes, además de una serie de filmes clásicos restaurados y otra serie con Lo mejor de Nueva York (impulsada especialmente por Martin Scorsese), 13 paneles de discusión, un festival familiar de un día de duración y varios estrenos.
La segunda edición no hizo sino consolidar el éxito de la primera: atrajo a más de 300.000 espectadores e impulsó la economía de la zona. Exhibió un extenso grupo de películas independientes, documentales y cortometrajes provenientes de diversos lugares del mundo e incluyó estrenos de filmes de estudio, paneles de discusión, conciertos de música y comedia, un festival familiar de dos días de duración, actividades deportivas y proyecciones de películas en el exterior.
Tribeca empezaba a definir su estructura definitiva y aquellas características que lo diferenciarían de otros certámenes, como implicar a toda la ciudad y volcarse hacia el exterior de las salas de proyección con todo tipo de acciones para cinéfilos y menos cinéfilos. Esta tendencia ha sido adoptada por muchos de los demás festivales del mundo. Un ejemplo son los famosos paneles de la industria, Tribeca talks: los invitados son siempre los más reputados profesionales del sector y los temas a tratar de lo más variado, desde el futuro de la industria a nuevos avances tecnológicos. En paralelo a estos paneles ‘técnicos’ están todos los relacionados con la faceta más social del festival. Este año la polémica ha estado servida por la retirada de un documental que relaciona el autismo con las vacunas.
Raíces holandesas
El barrio de Tribeca hunde sus raíces en los fundadores holandeses que poblaron por primera vez el Bajo Manhattan a mediados del siglo XIX. Tuvo su máximo auge en la segunda mitad del XX, cuando numerosos artistas, cineastas y pintores se establecieron en la zona y rehabilitaron lo que anteriormente habían sido áreas industriales o portuarias. Conserva hoy el auténtico sabor que se atribuye al Nueva York de las películas, con sus edificios de ladrillo y sus tiendas peculiares, combinado con zonas de oficinas y altos rascacielos. El Bajo Manhattan es hoy en día una de las áreas más activas de Nueva York, pues además de Wall Street allí también se hallan Little Italy y Chinatown.
Durante sus 15 años de existencia, el festival ha conocido un espectacular crecimiento en popularidad, hasta convertirse en uno de los más interesantes de los que se celebran en el país. Tradicionalmente, ha sabido combinar glamour y una vocación decididamente comercial con grandes estrenos de películas que han roto records de recaudación en taquilla, como Spiderman III, Misión imposible III o la precuela de Stars Wars: Episodio II, todo ello sin olvidar la reivindicación de causas sociales. El festival ha sido un altavoz que ha dado voz y visibilidad a películas y documentales socialmente comprometidos, que tratan temas que resultan controvertidos en la América posterior al 11-S, como la lucha contra el terrorismo, el control de las armas, la sanidad pública o el problema del racismo. Todos los años, Tribeca tiene el honor de presentar una nutrida representación de documentales que pone el dedo en la llaga de los asuntos más candentes y controvertidos del país. También, el festival apuesta por el cine indie, en especial el que se produce y dirige en la propia ciudad de Nueva York.
La XV edición, en curso, presenta 77 estrenos mundiales, 42 óperas primas y el estreno, en primicia mundial, de la versión restaurada del clásico neoyorquino por excelencia, Taxi Driver, de Scorsese. El festival se estructura en tres secciones competitivas (documentales del mundo, cine americano y cine internacional) y cuatro secciones no competitivas: spotlight (estrenos mundiales), viewpoints (cine indie), midnight (cine de terror y fantástico) y cortometrajes. Junto a las propiamente cinematográficas, se desarrolla una gran variedad de actividades complementarias que no hacen sino dar una nueva dimensión al festival como encuentros con directores (Andrea Arnold, JJ Abrahms, Alfonso Cuarón, Joss Whedon) y personalidades del mundo de la cultura y el espectáculo (Patti Smith, Tina Fey), actividades al aire libre como exposiciones o exhibiciones de películas, cócteles y fiestas con los equipos de producción. Durante 13 días el suroeste de Manhattan se convierte en una fiesta donde el cine y la industria cultural se reivindican en un país donde el mecenazgo y el emprendimiento sostienen al sector, frente al asistencialismo estatal europeo y sus subvenciones.
Principales propuestas
Entre las propuestas más interesantes que han desfilado en los días primeros días de festival destaca el controvertido documental First Monday in May de Andrew Rossi, que analiza la controvertida relación entre moda y arte a partir de la exposición organizada por el Metropolitan de Nueva York en 2015 y que tuvo como tema China. Tomando como fuente de inspiración motivos artísticos asociados a la milenaria cultura china, diversos diseñadores (Gauthier, Galiano, Luhrmann), bajo la coordinación del comisario del instituto de moda del Metropolitan, Andrew Bolton y del director de cine Wong Kar Wai, participaron en la exposición, que fue un éxito de público y de crítica.
El documental se centra en explorar el proceso de diseño del evento, así como en proponer una reflexión de fondo acerca de las posibilidades creativas del mundo de la moda, generalmente asociado al glamour y a la superficialidad. El trabajo, que fue recibido con bastante frialdad por parte de la crítica, naufraga completamente en su propósito de reflexión estética y deviene en un puro cliché de estereotipos asociados con el mundo de la alta costura, quedando más cercano al mundo del reality que al del documental de autor. Una verdadera lástima, pues Andrew Rossi consiguió mejores resultados creativos con su anterior y aclamado documental Page one. Inside The New York Times sobre la crisis de la prensa en papel por el advenimiento de la era digital al sector.
Mucho más interesante y controvertido resulto otro de los documentales estrella, My scientology movie, realizado por el director John Dower en colaboración con el periodista de investigación de la BBC Louis Theroux. La cinta explora los entresijos de la controvertida religión de la Cienciología, un credo en expansión en todo el mundo y que tiene en el actor Tom Cruise a uno de sus más famosos seguidores. La Cienciología es una religión creada por el escritor de novelas de ciencia ficción Ron Hubbard en los años 50. Postula una especie de gnosticismo seudocientífico que pretende perfeccionar la naturaleza humana a través de un proceso de control personal de las emociones. Con la muerte del fundador a mediados de los años 80, David Miscaviege (antiguo operador de cámara de las películas propagandísticas de Hubbard) se erigió en el líder de la confesión, que ha conocido un espectacular crecimiento en los últimos años.
La figura de Miscaviege es muy controvertida en Estados Unidos, pues ha sido acusado por antiguos colaboradores de comportamientos violentos y tiránicos. El documental precisamente busca eso: presentar la cara no tan amable de la Cienciología. Ante la negativa a formar parte de un documental al uso sobre la misma (con visiones favorables y contrarias), Theroux opta por contactar con Marty Rathbun, un estrecho colaborador de Miscaviege, expulsado de la confesión y que ahora lidera una especie de cruzada contra la misma. Ambos deciden contratar actores profesionales para reproducir algunos de los momentos más controvertidos de la vida interna de esta confesión, desconocidos para el gran público. A medida que avanza el rodaje, los miembros del equipo de Theroux empiezan a ser acosados por miembros de la Cienciología. La situación da lugar a momentos de verdadera comedia que no obstante no ocultan algunos de los aspectos más controvertidos de esta pseudoreligión.
La ética de las finanzas
Otro interesante documental ha resultado ser Betting on zero de Ted Braun, que se centra en la campaña que el gestor de fondos de inversión Bill Ackman desató en diciembre de 2012 contra la multinacional del marketing multinivel Herbalife. Ackman apostó en julio de 2014, mil millones de dólares a la caída de Herbalife, operando en corto contra las acciones de la corporación alegando que se basa en un modelo de estafa piramidal, donde los beneficios se obtienen a través de la ampliación de las redes de distribución y no tanto por la venta de los productos dietéticos de la firma.
El documental explora las implicaciones éticas de las operaciones financieras, muy particularmente de aquellas denominadas ‘venta a corto’, cuya principal motivación habitualmente es especulativa. En este caso, la operación especulativa de Ackman puso contra las cuerdas, durante un tiempo, la cotización de las acciones de Herbalife en Wall Street. La película explora las motivaciones de Ackman, ya fueran altruistas (proteger a los eslabones más débiles de la cadena de distribución de Herbalife, que en el caso de Estados Unidos están formado en gran proporción por inmigrantes pobres hispanos que buscan ganar dinero desesperadamente) o por el contrario puramente especulativas, con intención de ganar gran cantidad de dinero rápidamente. Sin duda, se trata de un documental que traerá consigo una fuerte polémica, tanto por las dimensiones alcanzadas por esta compañía de distribución como porque Herbalife es objeto ahora mismo de una investigación federal sobre sus actividades, todavía no concluida.
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