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Mientras escribe Stephen King

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Stephen King

Mientras escribe Stephen King 3Stephen King escribió en 1999 Mientras escribo, un libro de carácter autobiográfico y con pequeñas (pero loables) pretensiones ensayísticas publicado por vez primera al año siguiente (con su título original, claro, On writing). La edición que yo he leído de Mientras escribo, traducido en 2001 al español por Jofre Homedes Beutnagel, es una edición de bolsillo del año 2019. Llevaba años esperando el momento de leerlo de tanto como me lo habían recomendado. A diestro y siniestro.

Sobre Mientras escribo, por cierto, ya había escrito antes, en Insurrección: esto.

Pero ahora quiero profundizar en su a menudo brillante contenido, casi siempre divertido. A veces hilarante.

¿De qué va Mientras escribo? Habla el propio King:

“Las páginas siguientes pretenden explicar con brevedad y sencillez mi ingreso en el oficio, lo que he aprendido acerca de él y sus características. Este libro trata del oficio con que me gano la vida. Trata del lenguaje”.

Escribir y leer: ese acto de telepatía

Para el autor de tantas novelas tan populares, un escritor se forma, no se crea ni se hace: ni las circunstancias ni la voluntad ayudan, se necesita un talento que, eso sí, “puede potenciarse y agudizarse”.

“A partir de cierto punto empecé a escribir mis propios cuentos. La imitación precedió a la creación: copiaba en la libreta tebeos de Combat Casey, sin cambiar ni una coma, y si me parecía oportuno añadía descripciones de cosecha propia”.

Dice King que cuando su madre le animó a escribir su propio cuento aquello fue para él como si le hubieran dejado entrar a un edificio muy grande y con muchas puertas cerradas, como si le hubieran dado permiso para abrir la que quisiera: “pensaba y sigo pensando que había tantas puertas que no bastaba una vida para abrirlas todas”.

Nuestro autor, se apresura en este libro a aclararnos algo:

“No hay ningún Depósito de Ideas, Central de Relatos o Isla de los Best-Séllers Enterrados. Parece que las buenas ideas narrativas surjan de la nada, planeando hasta aterrizar en la cabeza del escritor: de repente, se juntan dos ideas que no habían tenido ningún contacto y procrean algo nuevo. El trabajo del narrador no es encontrarlas si no reconocerlas cuando aparecen”.

Por supuesto, el escritor estadounidense habla de sí mismo, de su propia experiencia: ¿de qué, si no?

Es muy interesante saber lo que le dijo a Stephen King su primer jefe, el redactor de su primera revista: escribir “tiene tanto que ver con fregar suelos como con los episodios místicos de revelación”.

Claro que de escribir es de lo que más se habla en este libro, evidentemente, y en él le podemos leer al autor de It lo siguiente: “escribir es una labor solitaria y conviene tener a alguien que crea en ti. Tampoco es necesario que hagan discursos. Basta normalmente con que crean”.

 “Hago lo que sé y lo mejor que sé”.

Y si hay reflexiones que merece la pena tener en cuenta siempre, esta es una de ellas:

La vida no está al servicio del arte, sino al revés”.

Escribir es un asunto de telepatía, para King todas las artes dependen de ella en mayor o menor medida, pero considera que “la literatura ofrece su destilación más pura”, pues “los libros son la magia más portátil que existe” y entre quién escribe y quién lee lo que hay se produce “un acto de telepatía sin chorradas místicas”.

“Escribir es seducir”.

La necesaria caja de herramientas

El arte de escribir consiste en no tomárselo a la ligera. Pero tampoco se trata de hacerlo con reverencia. No obstante, existe lo que King llama “una caja de herramientas” que ha de estar a disposición del escritor, quien tiene la obligación de saber usarlas:

“La herramienta más normal, el pan del escritor, es el vocabulario”.

No hay que tener vergüenza de usar las palabras normales, al contrario, “la mejor palabra suele ser la primera en la que habíamos pensado”.

Junto al vocabulario, la gramática, que viene con nosotros en lo principal desde que aprendemos a hablar.

Debajo de ambas, el estilo (“los elementos estilísticos”). Conviene no olvidar que los párrafos son “mapas de intenciones”, de manera que los libros con muchos párrafos y cortos son más fáciles: el párrafo “es la unidad básica de la escritura”.

“El objetivo de la narrativa no es la corrección gramatical, sino poner cómodo al lector, contar una historia y, dentro de lo posible, hacerle olvidar que está leyendo una historia”.

¿Cuál es el secreto de la buena escritura? “El secreto es practicar mucho. Hay que aprender a oír el ritmo”. Pero no olvidemos que en todo esto siempre se trata de magia.

Lo de las calidades de cada forma de escribir se puede explicar, como lo hace el autor de Corazones en la Atlántida, por medio de una pirámide en cuya base estarían los escritores malos, encima los aceptables, sobre ellos los buenos de verdad y, por encima de todos, “los genios, accidentes divinos, personajes con un don que no podemos entender, y ya no digamos alcanzar”.

Dos son las tesis sencillas de este libro, a decir de su autor:

La primera es que escribir bien consiste en entender los fundamentos (vocabulario, gramática, elementos del estilo) y llenar la tercera bandeja de la caja de herramientas con los instrumentos adecuados. La segunda es que, si bien es imposible convertir un mal escritor en un escritor decente, e igual de imposible convertir a un buen escritor en fenómeno, trabajando duro, poniendo empeño y recibiendo la ayuda oportuna, sí es posible convertir a un escritor aceptable, pero nada más, en un buen escritor”.

Otro consejo (reiterado) de Stephen King:

“Si no tienes ganas de trabajar como una mula, será inútil que intentes escribir bien […]. Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho. No conozco ninguna manera de saltárselas. No he visto ningún atajo”.

Algo que necesita todo escritor es “la capacidad arrebatadora de un buen argumento combinado con prosa de calidad”, de tal manera que la sensación que ello depara es parte ineludible de “la formación imprescindible de todos los escritores”.

Leer mucho…

“Leer es el centro creativo de la vida de escritor. […] Leer significa pasar un buen rato. […] Si no te diviertes, no sirve de nada”.

Leyendo mucho, “distinguimos entre lo trillado y lo fresco, también entre lo que está por hacer y lo ya hecho”. En esta línea, apunta también el autor de Carrie que el gran mandamiento es: “lee mucho y escribe mucho”.

“Cuando se escribe mejor (siempre, siempre, siempre) es cuando el escritor lo vive como una especie de juego inspirado. Yo, si quiero, puedo escribir a sangre fría. Pero me gusta más cuando es algo fresco y quema tanto que casi no se puede tocar. […] Escribir es crearse un mundo propio”.

La verdad y las mentiras

Las obras narrativas bien hechas son “sueños de gran nitidez”, porque “la narrativa consiste en descubrir la verdad dentro de la red de mentiras de la ficción”.

Stephen King considera que las novelas, los cuentos, se pueden dividir en tres partes (desconsiderando, como verás, el argumento):

La narración, que hace que se mueva la historia de A a B y por último hasta Z; la descripción, que genera una realidad sensorial para el lector; y el diálogo, que da vida a los personajes a través de sus voces. Te preguntarás dónde queda la trama: la respuesta, al menos la mía, es que en ninguna parte”.

En cuanto a la primera de esas partes, nuestro autor desconfía de los argumentos narrativos por dos razones: porque “nuestras vidas apenas tienen argumento, aunque se sumen todas las precauciones sensatas y los escrupulosos planes de futuro” y porque considera “incompatibles el argumento y la espontaneidad de la creación auténtica”.

Lo que hace Stephen King con sus personajes es ponerlos en alguna clase de aprieto y luego sólo observa cómo intentan salir de él, limitándose a ver “qué sucede y transcribirlo”. En una narración, lo primero que existe es la situación, luego vienen los personajes. Cuando ya están fijados ambos en su cerebro (situación y personajes), él empieza a contar la historia.

“Considero que las historias siempre acaban hablando de gente, más que de acontecimientos: el motor son las personas”.

Respecto de la segunda parte, la descripción, ésta “arranca en la imaginación del escritor pero debería acabar en la del lector”.

Sobre la tercera parte, los diálogos, para King la clave de escribirlos bien es la sinceridad.

Conviene tener siempre presente que para el autor de Mientras escribo existe un contrato tácito entre lector y escritor:

“La promesa de que expresarás verazmente los actos y palabras de tus semejantes por el canal de una historia inventada”.

Lo que uno no debe olvidar nunca cuando escribe una novela, un cuento, es que escribe eso, una novela, un cuento, no un ensayo. La historia. lo que se cuenta. siempre es lo primero: investiga, sí, te recomienda King, pero no dejes que tu investigación, que tus conocimientos sobre lo que no es sino el fondo de tu historia se convierta en lo protagónico.

¿Sirven para algo las clases y los seminarios de escritura (eso que aquí, en España, llamamos talleres, incluso laboratorios)? En este libro, sin entrar en desconsideraciones, no se recomiendan.

“La mejor manera de aprender a escribir es leyendo y escribiendo mucho, y las clases más valiosas son las que se da uno mismo”.

Ya lo sabíamos. También que lo que es seguro es que no existen los “Secretos Mágicos de la Escritura”.

A la hora de hablar sobre el arte de escribir, hay más “verdades instintivas” que “pensamiento elevado”: así lo constata King cuando va cerrando su libro.

“Siempre he escrito porque me llenaba. Puede que sirviera para pagar la hipoteca y los estudios de los niños, pero eso era aparte. Yo he escrito porque me hacía vibrar. Por el simple gozo de hacerlo. Y el que disfruta puede pasarse la vida escribiendo”.

De lo que el escritor Stephen King nos ha estado hablando todo el rato es del “milagro cotidiano que entraña la tentativa de crear algo”:

“Escribir tiene el mismo efecto de siempre: hacer de mi vida un lugar más luminoso y agradable”.

 

José Luis Ibáñez Salas
José Luis Ibáñez Salas es historiador, editor y escritor. Autor de 'El franquismo', 'La Transición', '¿Qué eres, España?', 'La Historia: el relato del pasado' y 'La música (pop) y nosotros', edita material didáctico en Santillana Educación y sus textos aparecen también en publicaciones digitales como 'Nueva Tribuna', 'Periodistas en Español', 'Aquí Madrid', 'Narrativa Breve' o 'Moon Magazine'. Su blog se llama Insurrección (joseluisibanezsalas.blogspot.com).

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