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Muchas más cosas pendientes que el gobierno

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Muchas más cosas pendientes que el gobierno 1

Las elecciones dejan muchas más cosas pendientes que quién formará gobierno. Aunque la atención inmediata se centre en ello. Los resultados dejan gran cantidad de interrogantes sobre el futuro del país, político y social:

1. El PP ha hecho una campaña muy competente. Consiguió limar las asperezas de la imagen de Rajoy, capitalizando su experiencia frente a tres candidatos inexpertos. Dulcificó algunas aristas de la imagen del partido. Tomó decisiones “costosas” internamente: desplazó del centro de la campaña a Cospedal durante varios días. Es sorprendente la “energía negativa” que irradia.

Alimento como resorte fundamental la polarización frente a Podemos. Resultó eficaz, retuvo sus votos de diciembre, recuperó los votos de los abstencionistas de centro derecha en diciembre que primero se inclinaron hacia él (en enero) pero luego fluctuaron hacia Ciudadanos. Finalmente, sangró a Ciudadanos atrayendo a votantes precavidos ante lo que pudiera hacer Ciudadanos si hubiera posibles combinaciones que excluyeran al PP. Total, 7,9 millones de votos, 700.000 más que en diciembre. No está nada mal.

2. Ciudadanos. Como en diciembre, es mucho mejor la posición que ha tomado en el centro del escenario que la ejecución de sus campañas y el discurso de Rivera. Sus campañas se disuelven en la nada: “Tiempo de cambio, tiempo de acuerdo”, ¿qué vende?. El problema del debate universitario debe ser que produce sofistas, eso de preparar la defensa de un tema y su contraria y luego pronunciar el discurso que toque crea sofistas. Y Rivera lo es. Decir que pretende un cambio “a mejor”, no es decir nada. Al final de la noche de las elecciones, los votantes de Ciudadanos se enteraron de que lo prioritario es reformar la Ley Electoral. Demasiado poco.

Ser de centro no quiere decir no tener ideas. Si Ciudadanos hubiera fijado tres o cuatro ideas que mostrasen una dirección hubiera conseguido retener sus apoyos y fijar una posición hacia el gobierno de España. Ciudadanos podía haber puesto las primeras referencias para una legislatura en la que podía transmitir la idea de que España debe ser gobernada dese el centro. Pero no emiten ninguna idea de gobierno.

Ha ocurrido algo peor, no aparecen dirigentes secundarios consistentes.

3. El PSOE ha salvado la situación. ¿Qué ocurre con el PSOE?, que es una institución, de las más antiguas de España. Desde 1879 este partido ha protagonizado los episodios clave de la historia de nuestro país: la construcción de los sindicatos, la oposición a la degradación de la monarquía de Alfonso XIII, la convención republicano-socialista, fue destruido durante la Guerra de España y durante la Dictadura. Revivió en 1973, el resto la de la historia la conocen. Una institución así no desaparece de la noche a la mañana. El PSOE puede afrontar una larga decadencia, como la SFIO francesa en los cincuenta y sesenta, pero eso llevar décadas. También puede renovarse. Ese es su desafío. Dicho más claro: al PSOE lo han sostenido sus votantes. Les contaré una anécdota personal: fue a votar muy temprano con mi hija de 18 años, a mi lado una señora muy mayor trataba de meter sus papeletas en el sobre del congreso, ví que incluía también la del senado y le hice una señal. La mujer me dijo que quería votar al PSOE, que siempre preparaba sus papeletas su marido pero había muerto. Me di cuenta de que el PSOE renacería de sus cenizas. Es la última vez que lo hace, seguramente mi desconocida amiga ya no estará las próximas elecciones.

Esta consistencia histórica del voto socialista –salvo cuando la destroza como en Cataluña o la desgasta como en Andalucía- ha sido una de las columnas vertebrales de la historia de España.

Como organización el PSOE afronta un reto complicado: la posición de Sánchez se ha estabilizado, pero el liderazgo colectivo del PSOE es pobre. Hay excepciones personales, desde luego, alguna creo que inesperada por la opinión pública, pero su proyección media es mediocre. Apuntalar su dirección, renovar su programa, son sus retos.

Dos problemas fundamentales del PSOE. Vive del pasado: su lema electoral es la reedición del de 1982: “si, por el cambio”, su logo es el de 1977 en rojo y cambiadas las letras de posición. Está confundiendo su esencia. Desde hace mucho tiempo está confundiendo el Estado del Bienestar con el Estado Asistencial, en su publicidad habla de sanidad, educación, mujeres, oportunidades, mayores, pensiones, dependientes, familiares que los cuidan, violencia de género, pobreza infantil, empleos precarios. Pero de eso también puede hablar el centro derecha. La diferencia ahí estriba sólo en la eficacia en la gestión, acaso en el modelo de gestión (pública o privada o sus variantes). La socialdemocracia era un proyecto de reequilibrio de poderes sociales a través de los sindicatos, del derecho de trabajo, de la participación de los empleados en la empresa, etc. El PSOE ha perdido esa vertiente. Su problema, que no parece percibir, es que el PSOE tiene que transmitir la idea de que alterará los poderes sociales en favor de determinados sectores sociales.

4. Podemos. Fiasco previsible: los votante de IU no comparten la cultura política de los de Podemos. Son comunistas o socialistas. Los de Podemos son libertarios, progresistas, anarquistas, nacionalistas (no españoles). Las castañuelas no pegan con los melocotones, estos votantes tampoco pegan entre ellos.

Al comenzar la minilegislatura había una duda: ¿cómo se las compondrá Garzón para destruir IU?, ya tenemos la respuesta.

Lo más significativo de Podemos fue el final de fiesta en Atocha. Esa exhibición de izquierdismo trasnochado y desubicado de la historia (¿Allende ahora?). Podemos ha logrado hacer una especie de catch all de la extrema izquierda y el izquierdismo nacionalista antisistema.

5. El problema de la izquierda es que está dividida en dos partidos equivalentes. Es posible que el PSOE languidezca y que Podemos se desestabilice. Los choques entre ambos son inevitables y serán “a muerte”, son dos culturas políticas rivales, no complementarias. El primero que comprenda la nueva situación y sea capaz de aplicar las conclusiones ganará la batalla más feroz que va a vivir la política española los próximos años.

6. Después de ocho meses de campaña, los partidos y los líderes bajaron la guardia la noche electoral. Fue llamativo, y coherente con lo anterior. El PSOE mantuvo la compostura, tanto en Madrid como en Sevilla. Su poso histórico pudo mantenerles en su lugar. El PP mostró un insospechado Rajoy un poco más alegre de lo habitual. Ciudadanos mostró su banalidad como propuesta. Podemos lo heteróclito de su suma y lo arriscado de su puesta en escena.

7. Las encuestas. Han sido claves en esta campaña, mucho más de lo que puedan suponer. Casi todas las publicadas pasaron olímpicamente de sus datos, se entregaran a una lectura sesgada de la realidad que sólo estaba en la cabeza de sus responsables. Nunca hubo un 5% de distancia entre Podemos y el PSOE. Nunca se acercó Podemos al PP como algún insensato publicó en TVE la misma noche.

Los comités de ética profesional debieran actuar, creo que nadie pondría encima de la mesa sus sistemas de estimación. Un grave problema el que tiene España con las encuestas. Los medios que las publicaron debieran actuar como verdaderos clientes y proceder a prescindir de sus servicios en varios casos.

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