Pocas veces se ha vuelto a repetir aquella imagen de los líderes de Podemos sonriendo tras el resultado de unas elecciones. Fue en las europeas de 2014, cuando lograron cinco escaños. Consiguieron ser la cuarta fuerza más votada, y eso que solo habían pasado cuatro meses desde su formación. Aquel noviazgo triangular, formado por una sociedad gripada, un partido que parecía hablar su mismo idioma y unos representantes que salían del entorno universitario y de la calle, planeaba viajes para asaltar los cielos. De la mano, eso sí. Pero la ilusión se ha ido perdiendo poco a poco.
Los primeros en desencantarse fueron distinguidos fundadores. Errejón, en la segunda asamblea ciudadana de Podemos, Vistalegre II, presentó un proyecto distinto y una lista alternativa. Más tarde, se presentó como candidato a las primarias para ser el cabeza de lista de Podemos y candidato propuesto por el partido a la presidencia de la Comunidad de Madrid para las autonómicas de 2019. Finalmente, en enero de este año anunció que se presentaba junto a Manuela Carmena en la plataforma Más Madrid, y después renunció a su acta de diputado al Congreso.
Más tarde se fue Pablo Bustinduy, considerado próximo al sector errejonista, quien fue elegido en primarias como cabeza de lista a las elecciones europeas del 26 de mayo. Bustinduy, que se fue con la cabeza bien alta y con elegancia decimonónica, siempre había mantenido un perfil bajo respecto a las crisis internas que desarticulaban a Podemos. La formación morada perdía de este modo un importante activo, a alguien muy respetado y con un célebre currículum. Ramón Espinar y Carolina Bescansa también abandonaron el barco.
Los errores de Iglesias y Unidas Podemos
Pablo Iglesias, politólogo de profesión, ha resultado ser un mal estratega. Ya en 2016 desperdició la ocasión de evitar la continuidad de Mariano Rajoy tras negarse a respaldar un pacto entre PSOE y Ciudadanos. A la vez que negaba el cambio, renunciaba a la transversalidad originaria de Podemos para ocupar el espacio de Izquierda Unida. Lo que ocurrió a continuación ya lo saben: se repitieron elecciones y los morados perdieron más de un millón de votos.
En las elecciones del pasado domingo, Unidas Podemos ha sufrido un importante varapalo: ha pasado de tener 106 diputados en parlamentos regionales a únicamente 36. En total, 70 escaños menos. Pablo Iglesias tiene ahora la posibilidad de gestionar con cabeza los 42 diputados que tienen en el Congreso y que forman con el PSOE una mayoría de 165 escaños.
Unidas Podemos dice ahora que no teme un adelanto electoral si Sánchez rechaza un Gobierno de coalición. Parece una idea disparatada no votar al líder del PSOE en el Congreso y volver a ese escenario de repetición de elecciones de 2016. Suponemos que estas palabras forman parte de lo que es una negociación y que a la hora de la verdad no se le dará a la derecha esta nueva oportunidad de apear a Sánchez del poder. Suponemos.
La eterna queja de que hay que acabar con el bipartidismo, que es el culpable de todo, no sé si ha sido productivo, porque acabar, no creo que haya sido así. La diferencia es que ahora hay un bipartidismo de ideologías, es decir, igual que siempre, con el añadido de los nacionalismos, ni derechas ni izquierdas, el independentismo. Hago esta entrada, porque si nos atenemos a los hechos, desde el nacimiento de Podemos, quien ha ganado con ello, es la derecha. Ahora se queja de la prensa, cuando ha sido ella, la que le ha subido, cuando “La Sexta” le apoyaba, ya sabemos que no por ellos, sino para acabar con el PSOE y que pudiera ganar Rajoy, Pablo lo sabía, pero no se quejaba, entró en el juego. Necesitamos una izquierda fuerte y el recorrido que ha hecho Pablo no es el adecuado para ello. Las ansias de protagonismo y de poder van mal en política, las confrontaciones, muchos grupos en un mismo partido, pienso que el resultado es que desaparezca. Tampoco escuchan, en las anteriores elecciones, se dejaron un millón de votos, porque los militantes de IU no estaban de acuerdo con esa unión. Tanto Pablo, Errejón como Garzón deberían analizar la situación, porque si no, la debacle va a ser cada día más y la izquierda no se lo puede permitir. La actitud de Pablo sobre un gobierno de coalición es normal, porque están en plenas negociaciones, pienso que es un órdago que le está haciendo, no creo que siga con ello hasta el final, eso espero.