Cuando el Reino Unido, debilitado por la II Guerra Mundial, reconoció la independencia de las colonias que ocupaba en territorio indio, una facción decidió formar su propio país, Pakistán, de confesión musulmana, y romper los vínculos históricos con la India. Las particiones de este tipo nunca son totales ni absolutas, y tienden una alfombra roja a nuevas grescas territoriales. Setenta años después de librarse de los británicos, estos dos países siguen inmersos en una guerra fría.
Entre ambas regiones, ya independientes, se abrió la brecha de Cachemira, un terreno que abarca zonas de ambos países y de China. Pakistán lo reclama como propio debido a la mayoría musulmana de su gente (ver), aunque la India controla más de la mitad del enclave. La región de Cachemira es una cuenca hidrográfica cuya riqueza la convierte en un objetivo fundamental para los dos Estados. Y ninguno quiere ceder.
Es tan largo el conflicto entre los países vecinos que, prácticamente, es imposible calcular la cantidad real de muertos, heridos, desplazados y damnificados. Y no hay gestos que indiquen que ambos países puedan iniciar una nueva ronda de conversaciones de paz que termine bien, según explica un exdirector de la agencia de inteligencia de asuntos externos de India. Además, los últimos acontecimientos conducen a ambos países hacia una dirección completamente opuesta.
La India quiere dejar sin agua a Pakistán
Nueva Delhi está financiando una ambiciosa presa cerca de Kabul (Afganistán), en Shahtoot, según publica Foreign Policy. Afganistán, mientras su población crece y se recupera de décadas de guerra, está sufriendo una dura sequía, por lo que necesitan con urgencia la construcción de una infraestructura hidroeléctrica en condiciones. La India tiende la mano a Afganistán mientras da un guantazo a Pakistán.
El lugar de construcción de la presa es conflictivo, ya que confluyen muchos ríos transfronterizos y no existe un marco legal que otorgue seguridad a ninguna parte. Aun así, las obras comenzarán pronto. La presa tendrá capacidad para albergar 146 millones de metros cúbicos de agua potable para dos millones de habitantes de Kabul y regará 4.000 hectáreas de tierra.
Las sombras del proyecto atemorizan a Pakistán. El país teme que la nueva presa alterará el caudal del río Kabul y que reduzca los caudales del agua hacia sus tierras. Una vez que finalicen la presa, algunos expertos vaticinan una caída del flujo de agua de algo más del 15 %. Si esto ocurre, desde Islamabad sabrán que detrás de la construcción se encuentra la mano de Nueva Delhi. En los últimos años, la India ha financiado la construcción de carreteras, reparación de edificios y demás infraestructuras dañadas por el conflicto. En total, 2.000 millones de dólares en proyectos de desarrollo.
Los altos funcionarios del gobierno de Pakistán sostienen que la construcción de la presa es tan solo el último paso en el gran plan de la India para estrangular su limitado suministro de agua.
Con la falta de agua comienzan los problemas
Foreign Policy menciona que el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense realizó un informe en 2011 sobre la seguridad en Asia Central. El texto identificaba como un punto sensible el suministro de agua y mencionaba el delicado papel de la India en la construcción de la presa: “Proporcionar el apoyo adecuado puede tener una enorme influencia estabilizadora, pero proporcionar el apoyo equivocado puede significar un desastre y empujar a la confrontación a los dos países vecinos”. Y si la relación de Pakistán con sus vecinos empeora, las repercusiones se sentirán en todo el mundo.
La escasez de agua es, en muchas ocasiones, el elemento precursor de un conflicto armado. La falta de agua conduce a la escasez de alimentos, al aumento de los precios y a la hambruna. Todo ello puede causar inestabilidad y conflictos regionales.
Pero Afganistán necesita agua. Su presidente, Ashraf Ghani, asegura que mejorar la gestión del agua a través de las presas es una prioridad nacional porque sus pozos se están secando. Un estudio realizado en 2017 por universidades afganas, alemanas y finlandesas subraya que Afganistán necesita desesperadamente una mejor infraestructura y gestión del agua.
La ciudad de Kabul, dice el texto de FP, se construyó solo para mantener a un millón de personas, pero pronto llegará a los cinco millones. El suministro de agua depende en la actualidad de unos pozos subterráneos que se están secando, en parte debido a la existencia de pozos no regulados. La presa de Shahtoot podría proporcionar agua potable limpia y serviría para regar miles de hectáreas de terreno en un país donde el 85 % de la población depende de la agricultura para su sustento.
Pakistán y Afganistán sufren escasez de agua y ambos dependen del río Kabul para obtenerla limpia y potable. La preocupación de Islamabad es entendible, pues pueden ver cómo el caudal del río Kabul en su territorio mengua considerablemente. Esta situación agravaría aún más las tensiones en una región que ya se encuentra de por sí en una situación límite. Según un informe del World Resources Institute, realizado sin calcular el impacto de la construcción de la presa, Pakistán podría convertirse en la nación con mayor escasez de agua de la región en 2040.
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Información consultada para realizar el reportaje:
- ‘Cachemira: El conflicto entre India y Pakistán’. Publicado en The Social Science Post (ver)
- ‘India y Pakistán: 70 años de independencia y conflicto’. Publicado en Semana Económica (ver)
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