Marruecos logró esquivar el terremoto de la Primavera Árabe con tímidas y limitadas medidas. La casa real impulsó algunos cambios para calmar a la sociedad, pero sigue manteniendo el control del país y del ejército. Marruecos es un socio de primer nivel para Europa, principalmente para España y Francia, pero sigue sin ser una democracia. El discurso de paz se ha deteriorado en los últimos meses. La represión y el autoritarismo vuelven a campar por las calles marroquíes.
Con las protestas del Rif, Marruecos se enfrenta a un movimiento más parecido a lo que fue la Primavera Árabe. A finales del mes de junio, los cuatro principales líderes de las protestas que sacudieron esta región fueron condenados a 20 años de cárcel. Las protestas exigían al Gobierno una serie de mejoras sociales, económicas y culturales.
Los rifeños sienten una impotencia histórica, de más de medio siglo. Consideran que desde el momento en que España firmó la independencia del Rif, en 1956, Marruecos los excluyó de la vida política. Con Hassan II al frente por aquel entonces, la primera revuelta del Rif culminó con más de 8.000 muertes por parte de la población rifeña. El monarca trató de empobrecer y aislar esa región por todos los medios con tal de acabar con sus ansias independentistas. Desde entonces y hasta el día de hoy, existen varias organizaciones políticas que piden, como el caso de las recientes protestas, mejoras sociales, económicas y culturales, pero también movimientos independentistas que el régimen de Mohamed VI no tolera.
Represión en el Rif
Las protestas de los Hirak, miembros del Movimiento Popular del Rif, son producto de la ineficacia de las políticas públicas orientadas al desarrollo de la región. Los miembros que articulan esta organización, y las personas que participan de las marchas, han sido tratados como una banda criminal que socava la seguridad del Estado, explica Joseph Paoli, en un artículo para France info. El líder de este movimiento, Nasser Zefzafi, fue condenado a 20 años de prisión.
Marruecos trata una protesta legítima como un movimiento que pretende romper el país. No hay diálogo, el rey considera que los rifeños no lo merecen. La democracia no es solo aplicar la ley, también consiste en escuchar a los ciudadanos. Pero de nuevo aquí hay un cambio por parte de los gobernantes respecto a la Primavera Árabe: si por aquel entonces lo que pretendían era evitar una represión masiva y desordenada, con los Hirak no importa el grado de crueldad que se emplee.
Restablecimiento del servicio militar
A mediados de agosto, el Consejo de Ministros, presidido por Mohamed VI, anunció que instauraban, de nuevo, el servicio militar obligatorio, tanto para hombres como para mujeres cuyas edades comprendiesen los 19 y los 25 años. En un momento en que el país parecía enfocarse a realizar políticas públicas sobre la juventud y la educación, los partidarios de esta medida vieron una buena ocasión par enseñar disciplina y valores cívicos a los jóvenes. Para sus detractores, esto suponía un nuevo retroceso.
El anuncio de la medida se realizó con alevosía y sin consultarlo con la población. Por supuesto, no se debatió nada y todavía quedan flecos que cerrar, como las exenciones. De momento, solo los minusválidos o los jóvenes que tengan una familia a su cargo podrán saltarse el servicio militar.
Sin embargo, Paoli considera que la implantación del servicio militar obligatorio “parece ser una servidumbre desigual impuesta a las clases bajas no escolarizadas y desempleadas y, por tanto, consideradas potencialmente peligrosas”
Pasos insuficientes
No hay duda de que el país ha logrado importantes avances en los últimos 30 años. Tampoco hay duda de que tiene potencial de ir más allá. Sin embargo, de momento, la situación se encuentra estancada, con claros síntomas de retroceso.
Los grandes discursos y los gestos orientados hacia una democratización del espacio social se han paralizado debido al endurecimiento de las autoridades. Un Gobierno tiene que escuchar a los suyos y no tomar medidas de manera unilateral. La semilla liberal y democrática que un día se plantó, tiene que germinar en Marruecos.
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