En la región amazónica de Tomé-Açu, en Pará, una comunidad japonesa ha implementado un innovador método que está transformando la agricultura local. Los primeros inmigrantes japoneses llegaron a Brasil en 1929, durante una crisis económica en su país de origen. Al establecerse en Pará, recibieron terrenos cubiertos de selva, donde construyeron sus hogares y comenzaron a cultivar la tierra. Durante los años 60, la colonia experimentó un período de prosperidad, pero una plaga devastadora golpeó las plantaciones, obligando a los agricultores a buscar nuevas soluciones.
Mediante la combinación de técnicas autóctonas y tradiciones agrícolas japonesas, han creado un enfoque que promueve la diversidad de cultivos y garantiza la producción de alimentos durante todo el año, al tiempo que contribuye a la lucha contra la deforestación.