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Las luces de Caravaggio se despiden del Thyssen

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Las luces de Caravaggio se despiden del Thyssen 1

La fascinación que los cuadros de Michelangelo Merisi da Caravaggio (Milan, 1571-Porto Ercole, 1610) ejercieron entre los pintores del norte de Europa y la difusión de su estilo que esto supuso ha sido el leit motiv de la exposición que el domingo 18 cierra sus puertas en el Museo Thyssen-Bornemisza después de tres meses. La pinacoteca madrileña ha albergado 53 lienzos, una docena del maestro –la mayoría de ellos expuestos en las dos primeras salas, correspondientes a los que realizó en Roma, cuando era casi con seguridad el artista más solicitado del momento–, junto a una selección de creaciones de sus más destacados seguidores en Holanda, Flandes y Francia, que trabajaron fundamentalmente en las décadas que siguieron a la muerte de Caravaggio, con su fama en su punto más alto. Casi todos ellos, representados en la colección permanente del Thyssen, sufrieron “la atracción centrípeta” de su obra, como señala Giovanna Capitelli en el catálogo.

Se trata de piezas destacadas de Adam Elsheimer, Hendrick ter Brugghen, Gerard van Honthorst, Dirck van Baburen, Matthias Storm, Louis Finson y los franceses –un colectivo especialmente interesante por su diversidad social y cultural– Simon Vouet, Claude Vignon y Valentin de Boulogne que se pueden apreciar antes de que El martirio de Santa Úrsula, un cuadro de 1610 procedente del Palazzo Zevallos Stigliano de Nápoles, cierre la muestra. Fue pintado pocas semanas antes de su muerte y, en él, el genio lombardo se autorretrata con una lanza en el momento en el que el rey de los hunos hiere con su flecha a la Santa.

San Juan Bautista en el desierto. Caravaggio, 1602. The Nelson-Atkins Museum of Art, adquirido por el William Rockhill Nelson Trust, Kansas City

San Juan Bautista en el desierto. Caravaggio, 1602. The Nelson Atkins Museum of Art, adquirido por el William Rockhill Nelson Trust, Kansas City

El maestro de Milán fue definido por Karel van Mander en un libro publicado en 1604 como alguien que no desaprovechaba ocasión alguna para hacer carrera, un hombre que no rehuía la controversia y defendía sin temor sus convicciones. Así lo recuerda el comisario de la exposición, Gert Jan van der Sman, profesor de la Universidad de Leiden y miembro del Istituto Universitario Olandese di Storia dell’Arte de Florencia. Y, por descontado, su esencia tenía que ver con la imitación de la naturaleza.

Sin embargo, su defensa del principio dal naturale y del trabajo ad vivum –pintar del natural era una costumbre arraigada en los Países Bajos y las regiones germánicas le ocasionó críticas. Lo reseña Annick Lemoine en el catálogo ya que, para sus detractores, la modernidad de sus obras “se basaba sobre todo en su incapacidad para inventar” al necesitar el modelo delante de los ojos. Se le achacaba dominar mal la composición y no saber explicar las pasiones, además de recurrir a gitanas y a prostitutas para plasmarlas en sus lienzos.

Hoy en día, en cambio, nadie duda de la radical originalidad de sus invenciones iconográficas. Fue notoria su capacidad para dejar de un lado las convenciones y abordar temas tradicionales con una gran valentía. Por eso, ser su seguidor “no significa únicamente cultivar sus potentes efectos de claroscuro, sino también y sobre todo regirse por un principio de creación que revoluciona los códigos habituales de la representación”, añade Lemoine.

“Dar a conocer a los seguidores del maestro al público español ha sido un logro”

Mar Borobia, Jefe de Área de Pintura Antigua del Museo Thyssen y directora del Proyecto de la exposición
Caravaggio y los pintores del norte

-¿Cuándo se comenzó a gestar la exposición?

-Ha sido un proyecto difícil que se ha pensado durante varios años. Teníamos muchas ganas de que se hiciera realidad pero no sabíamos si sería posible conseguir los préstamos de las pinturas del maestro. Estuvimos cerca de un año tanteando a prestadores a ver si existían opciones y, cuando vimos claras las posibilidades, comenzamos a trabajar de manera bastante intensa, hace unos cuatro años. Un proyecto como este involucra a muchas personas. Parte, como todos, del área artística, pero no hay prácticamente departamento del museo que no esté implicado. Hay que tener en cuenta que nuestra actividad esencial es la organización de exposiciones y todo el personal de la casa se involucra al máximo. Nuestro principal ingreso proviene de la venta de entradas.

-¿Por qué se ha optado por un montaje que permite admirar primero los cuadros de Caravaggio para pasar después a las escuelas de sus seguidores y no por confrontar algunos lienzos de uno y otros?

-Los principales cuadros de Caravaggio, los más conocidos, son tan importantes que no se pueden mover y debíamos ser coherentes al montar la exposición. Eso significa no utilizar un Caravaggio para comparar en una sala y en otras no porque no disponemos del original. Consideramos que era mucho mejor colocar en las primeras salas las obras del maestro pensando en ser claros de cara al espectador, para organizar a continuación el recorrido a través de sus seguidores, con cartelas explicativas de la pintura de Caravaggio si sus influencias en la del seguidor eran muy fuertes, como ocurre con algunos temas. Hemos considerado que era la mejor opción teniendo en cuenta el material con el que contábamos.

Santa Catalina de Alejandría. Caravaggio, 1597. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Santa Catalina de Alejandría. Caravaggio, 1597. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

-¿Cuáles son, en su opinión, las principales aportaciones de la muestra al visitante?

-En primer lugar, los 12 cuadros de Caravaggio, del que hay muy poca obra en España. Es todo un éxito haberlos conseguido. Pero para mí hay un atractivo aún mayor, que es la parte de los seguidores, completamente desconocidos para el público español. Son muy buenos pintores dentro del realismo, tanto de las escuelas holandesa y flamenca, como de la francesa. Darlos a conocer es un logro.

-¿Qué préstamo ha sido más difícil traer?

-Nos ha costado mucho tener La buenaventura de los Museos Capitolinos de Roma. Hasta más o menos un mes y medio antes de abrir, el pasado abril, no sabíamos si íbamos a contar con él. La negociación fue ardua. Fue el último que se instaló, el mismo día de la inauguración, hacia las 12 de la mañana. Pero ha sido también una satisfacción. Hubiera sido fantástico llegar a los 20 Caravaggios pero, si estás fuera de Italia, lo veo imposible.

-¿Está contenta con el resultado?

-Mucho y por varios motivos. Por las pinturas que hemos reunido, porque hemos tenido una media muy buena de visitantes y también porque nunca había tenido lugar en España una muestra en la que Caravaggio se confrontara con las escuelas del norte, tanto la francesa como la holandesa. Haberlo hecho con unas obras de primera calidad es una gran satisfacción.

IMAGEN SUPERIOR:  El sacrificio de Isaac. Caravaggio, 1603. Gallerie degli Uffizi, Florencia.

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