Para cumplir con la tradición, los vecinos del pueblo han mojado los piornos y escobas con agua, ya que la clave de esta costumbre se basa en conseguir que el pueblo casi llegue a ocultarse bajo el humo, para que los animales no contraigan cualquier enfermedad el resto del año.
Las “luminarias” surgieron hace más de dos siglos a raíz de las epidemias que asolaron esta zona de la provincia de Ávila, acabando con la vida de muchos animales.
Durante la noche previa a la festividad de San Antonio Abad, este pequeño pueblo situado a 30 kilómetros al este de Ávila ha vuelto a sumergirse bajo una espesa “nube” visible desde kilómetros de distancia para rememorar una vieja costumbre que consiste en purificar a los equinos con el humo procedente de las hogueras.
Más de una veintena de “luminarias” ha servido para que caballos, yeguas y burros recorran en varias ocasiones las empinadas calles de la localidad a su paso por las grandes llamas procedentes de las hogueras realizadas con las escobas y piornos recogidos en los días previos a la fiesta.
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