Los partidos viven la lucha por el poder con inusitada intensidad y con graves disensiones internas de forma que la nueva política se parece cada vez más a la vieja y, en el caso de los recién llegados, la paradoja es que ni siquiera pisan moqueta.
Salvo un milagro, de nuevo habrá elecciones en diciembre y, como apuntan los sociólogos, nada cambiará de forma sustancial, a no ser que al menos dos fuerzas presenten una lista conjunta, pero si no se ponen de acuerdo los de la misma familia, más difícil será con los de enfrente, aunque sean primos hermanos o tal vez por eso.
El ministro de Economía presenta un libro y afirma que le silbaban las balas en su propio partido y su presidente acude a la presentación aunque sin ningún entusiasmo, mientras en el propio Gobierno se constatan divisiones de grupos que se ajustan las cuentas por las dimisiones y las jugadas de poder. Mientras, los socialistas se lanzan dardos entre la actual dirección y los barones que quieren una línea coherente de un partido que parece haber perdido la brújula.
Pero no son los únicos, en Podemos se viven intrigas de todo tipo entre el liderazgo de Iglesias y los errejonistas que buscan limitar la autoridad de hierro de su primera figura. Tania Sánchez y Rita Maestre, desde Ahora Podemos, proclaman el fin del monopolio político masculino. Tania fue la pareja de Iglesias y Rita de Errejón y ahora protagonizan la batalla por liderar Podemos en la Comunidad de Madrid sin que Iglesias lo acepte, la batalla está servida.
El que fuera presidente extremeño, con el PSOE, Juan Carlos Rodríguez Ibarra se atreve a afirmar que “si Sánchez forma Gobierno con Podemos, me voy del partido” y mientras tanto ¿qué pasa con Ciudadanos? ¿no se mete en líos? Sí, también los tiene, como todos. Ahora resulta que su candidato ultra de Galicia renuncia tras darse a conocer sus fotos con lemas radicales. Conocemos los casos de corrupción que nos llegan de distintos partidos y muchas veces no sabemos quien los ha dado a conocer, pero es fácil intuir que la información ha sido hábilmente puesta en circulación por quien en mayor medida se podía beneficiar al dejar libre de competidores molestos los caminos para su propia carrera política.
Estas purgas y pugnas por el poder interno en los partidos muestran una alarmante ausencia de servicio público, la condición imprescidible en las vocaciones políticas, una actividad noble que debería jalonar las hazañas de nuestros representantes al frente de las instituciones. La gresca interna en todos los partidos es un motivo más de descontento de una ciudadanía que asiste atónita al espectáculo bochornoso de falta de acuerdo para formar un gobierno estable, o incluso uno inestable, pero un gobierno al fin y al cabo que permita salir del bloqueo.
Convencida de que tras las elecciones vascas y gallegas habrá, “sí o sí”, Susana Díaz mueve sus fichas para mandar en el PSOE y marca su territorio llegando a la capital, con cierto secreto para manejar los hilos. Apoyos no le faltan. Para el sector crítico el paso al frente de la andaluza es una buena noticia esperada desde hace tiempo y que moviliza a los clásicos como Rubalcaba o Madina y los jóvenes que ya empiezan a palpar que con el actual secretario general no llegarán nunca al poder. Los seguidores de Susana Díaz creen que si no hay posibilidad de un gobierno alternativo, la estrategia pasa por la abstención para permitir un gobierno del PP, siempre que se ofrezca “la cabeza de Rajoy en bandeja de plata”. Esta es una de las claves de la política española para las próximas semanas, pero no la única.
Los sondeos indican para unas terceras elecciones que el PP podría ganar en torno a cinco escaños y la suma con Ciudadanos les dejaría a falta de cinco votos para superar con éxito la investidura, aunque presentar una lista conjunta, de esto no se habla, podría darles la ansiada mayoría absoluta. Tal vez por ello, el presidente niega desde Bratislava que los escándalos que afecten al PP mermen sus posibilidades de llegar a acuerdos con otros partidos para evitar unas terceras elecciones.
Siempre se dijo que el gran cataclismo que hizo desaparecer a la UCD fue su división interna, también se ha dicho siempre que la izquierda es incapaz de presentarse unida debido al orgullo de sus líderes y a la facilidad cainita con sus compañeros, sin reconocer jamás los errores propios.
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