¿Qué lleva a Otello a creerse traicionado por Desdémona, una esposa que nunca ha dejado de amarlo? William Shakespeare capturó de manera genial el poder demoledor de la inseguridad. Lo hizo otorgando al gran guerrero unos rasgos raciales insólitos en su entorno, que actúan como una suerte de poderoso talón de Aquiles. La ópera se representa desde el próximo 15 de este mes en el Teatro Real.
Sin embargo, el Otello que concibe el director de escena David Alden –como ya sucede en el libreto que Arrigo Boito escribió para Giuseppe Verdi– sitúa el objeto de conflicto menos en el aspecto físico del moro de Venecia y más en los intricados laberintos psicológicos en que se pierde. Acosado por los celos, Otello asiste impotente a la desintegración de sus propios ideales y se ahoga en la obsesión por encontrar pruebas de una traición conyugal consumada únicamente en su mente.
El guerrero sanguinario engulle al hombre de paz y le aboca a la destrucción de su entorno y a la suya propia. Bajo su sombra, Iago, uno de los villanos más venenosos de la historia, espolea con un certero sentido de la oportunidad los fantasmas de su señor. Perdiendo la dignidad, los papeles y el juicio, Otello nos enfrenta a uno de los miedos más inconfesables del ser humano: no sentirse merecedor de lo que más se ama.
FOTO: Javier del Real.
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