Autoridades, compañeros, amigos:
Quiero ante todo daros las gracias por vuestra asistencia y al colectivo de los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que han tenido a bien renovarme la confianza, en compañía de un nuevo equipo de gobierno. En alguna medida, la continuidad de mi mandato por otros cuatro años significa que el equipo saliente que me he honrado en presidir, con José Manuel Loureda en la vicepresidencia, ha pasado la reválida de su gestión. Pero esta evidencia no supondrá que quienes ahora acabamos de recibir un nuevo y explícito mandato vayamos a relajarnos: vamos a trabajar duro en las líneas ya marcadas para fortalecer la institución, incrementar el prestigio y la influencia de la profesión y, en definitiva, corresponder con creces a la confianza recibida. Nos mantendremos firmes en el empeño de hacer del Colegio la casa común o punto de encuentro de los Ingenieros de Caminos, el referente de una carrera de prestigio que ha contribuido de forma decisiva a la modernización de nuestro país y, en medida equivalente, al progreso de nuestra sociedad.
En esta nueva etapa que comienza hoy cuento con todos, y espero que este deseo, que no es retórico sino muy real y vehemente, sea aceptado como tal y debidamente correspondido también por los que tan dignamente han formado la otra candidatura. En democracia, una vez celebradas las elecciones, lo correcto es que todos quienes formamos el colectivo que se está autogobernando nos apiñemos sin fisuras en la conquista de los grandes objetivos que nos hemos trazado. Vengo, como siempre, con espíritu de concordia, dispuesto a que las demarcaciones y la sede nacional del Colegio mantengan en todo momento una fecunda colaboración, basada en el diálogo, la cooperación y la lealtad institucional.
Una de las impresiones más intensas que he experimentado a lo largo del primer cuatrienio de mi presidencia ha sido la interiorización de la rica complejidad del Colegio, que aunque único, no es una organización simple sino una institución compleja y polifacética que sólo se entiende completamente si se abarca en todas sus dimensiones. El Colegio, en efecto, es en primer lugar una asociación de intereses legítimos, un lobby que pretende el mejor acomodo profesional posible de los ingenieros de Caminos tanto en el marco normativo como en el sistema administrativo y productivo. No se trata de conseguir ventajas ilegítimas, obviamente, para nuestra profesión sino de mantener el debido equilibrio entre el interés particular y el interés general, el de preservar nuestros espacios de desenvolvimiento profesional, de dar a conocer nuestros puntos de vista a los representantes políticos y a los legisladores para que cuenten, a la hora de regular las actividades que nos conciernen, tanto cuanto se elaboran normas que nos afectan cuanto al legislar sobre materias que nos atañen directa o indirectamente.
En segundo lugar, el Colegio tiene como una de sus misiones principales contribuir decisivamente a la regulación de la profesión. La opinión colectiva y orgánica de nosotros, los profesionales, tiene que ser un elemento decisivo a la hora de regular el proceso docente que nos capacita y la normativa profesional. En la legislatura anterior, el Colegio ha desempeñado un papel muy activo en el logro del reconocimiento del Máster a los titulados anteriores a Bolonia y ha dado a conocer su opinión sobre los sucesivos y controvertidos ante proyectos de ley de Servicios y Colegios Profesionales, que finalmente no han llegado a convertirse en ley.
En tercer lugar, el Colegio ha de suministrar diversos servicios a los colegiados. En estos años de crisis económica que han provocado tasas de desempleo sin precedentes, el servicio público de Empleo del Colegio, que ha adquirido el rango de Agencia Oficial de Colocación, ha desempeñado un papel activo y eficiente, del que pueden dar fe los centenares de compañeros que han logrado un empleo, dentro y fuera de nuestro país; por poner uno de los últimos ejemplos a mano, gracias a las gestiones del Colegio y del Instituto de Comercio Exterior ante la oficina de transportes de Singapore, varias docenas de ingenieros de Caminos españoles han encontrado allí un interesante acomodo profesional y la visita de una delegación de este país a España, en fechas recientes, augura las mejores expectativas. Los seguros profesionales, a precios muy competitivos que son posibles precisamente por la contratación colectiva de los mismos, constituyen una herramienta insustituible para el ejercicio profesional de muchos de nosotros. La atención a los colegiados que salen de España para trabajar en otros países es, en este momento, otra de nuestras principales tareas, ya que, se trata de una situación nueva pero no pasajera, a la que estamos teniendo que adaptarnos. Puedo aseguraros que en la legislatura que comienza dedicaremos la mayor parte de nuestro esfuerzo a esta tarea, y a reducir el desempleo, lo que requiere proseguir con la firma de convenios con otros países para la habilitación y el reconocimiento de nuestra titulación, así como para que España firme con otros Estados acuerdos de reciprocidad en materia fiscal, de permisos de trabajo, etc.
En cuarto lugar, el Colegio como sociedad civil que también somos, debe ser el nexo entre el colectivo profesional y el conjunto de la sociedad. Los informes de los Comités Técnicos, que han salido al paso de cuestiones en las que los ingenieros hemos entendido que debíamos hacer oír nuestra voz, intervienen cada vez más en la escena pública a la hora de construir el debate político y social y de generar opinión pública. Naturalmente, el Colegio Único ha de ser siempre concebido en su totalidad, como conjunto de la sede nacional y las demarcaciones, en un planteamiento que debe ajustarse a la descentralización autonómica del propio Estado.
Y en quinto lugar, y por último, el Colegio debe ser un punto de encuentro en que podamos converger todos nosotros, un club capaz de canalizar nuestras inquietudes intelectuales y nuestras aficiones, un ámbito conocido y amable que nos represente de cara al exterior y al que podamos recurrir en todo momento y en el que encontremos acogida amigable y eficiente.
El perfeccionamiento de esta institución, con toda la policromía que les acabo de describir, ha sido el objetivo que nos ha traído hasta aquí. En el balance de la pasada legislatura, que hoy parece legítimo y necesario hacer, hay muchas actuaciones que han producido avances en la conquista del modelo complejo de Colegio Único al que aspiramos. Si me lo permiten, enunciaré algunas de ellas.
Primeramente, hemos procedido al saneamiento económico de la institución, que tuvo que adaptarse a los cambios derivados de la mayor estrechez económica, consecuencia de la crisis y de la caída del visado profesional, que además dejó de ser obligatorio. Tuvimos que realizar un gran ajuste laboral y que confeccionar con realismo unos planes de austeridad que redujeran sustancialmente el endeudamiento y nos devolvieran a la senda de la sostenibilidad, en la que ya nos encontramos.
En segundo lugar, elaboramos y estamos desarrollando un plan estratégico sumamente minucioso y completo que prioriza nuestros objetivos y acomoda a ellos nuestros recursos. El plan se está ejecutando con puntualidad, y hoy estamos en condiciones de apoyarnos en él para seguir evolucionando hacia el futuro.
En tercer lugar, entendimos que el rigor reglamentista que encasilla legalmente a los Colegios profesionales nos obligaba a canalizar y proyectar nuestra imagen e inquietudes a través de una Fundación, que, abastecida mediante el mecenazgo, nos permitiera mantener una presencia activa en el mundo de las humanidades y la cultura en general. La Fundación Caminos, en manos de un patronato en el que están presentes representantes del tejido empresarial que más familiar y cercano nos resulta a los ingenieros de Caminos, y al que también hemos incorporado a actores de los medios de comunicación, nos permite actuaciones que fortalecen la imagen más genuina de nuestra profesión, nos vinculan a la sociedad civil y generan lazos con los circuitos de la educación y la cultura.
Dicha imagen, que debe dar idea cabal y objetiva de la corporación, ha de incluir, además de las facetas profesionales en su totalidad, los elementos culturales y humanistas que proporcionen una visión integral de los ingenieros, que no somos personas unidimensionales, volcados exclusivamente en nuestra preparación y capacidad técnicas, sino verdaderos actores políticos, en el sentido más noble de la palabra. La Fundación debe, en fin, trasmitir una idea cabal de la riqueza multidisciplinar de la carrera. De una carrera técnica que, además de su tradicional y profundo engarce con el mundo empresarial, ha estado y sigue estando altamente implicada en la administración, la política y en las humanidades y que se involucra activamente en el desarrollo socioeconómico del país (Echegaray, Sagasta, Torres Quevedo, Eduardo Torroja, Félix Boix, Manuel Becerra Fernández, Juan de la Cierva, Juan Benet, Leopoldo Calvo-Sotelo, Salvador Sánchez-Terán, Jesús Posada, Víctor Calvo-Sotelo, José Entrecanales Ibarra, Juan-Miguel Villar Mir, Florentino Pérez, Rafael del Pino, José Manuel Loureda,…) son algunos nombres que lo ilustran. En este sentido, participo plenamente de aquella conocida afirmación de Ortega según la cual la ingeniería y el humanismo han de ir de la mano: “el ingeniero que no es más que ingeniero –dijo el filósofo-, no es ni siquiera ingeniero”.
Entre otras actividades, la Fundación ha establecido diversos premios, que me limito a mencionar:
- El Premio Acueducto de Segovia de Obra Pública y Medio Ambiente.
- El Premio Internacional Agustín de Bethencourt de Obra Pública y Medio Ambiente.
- El Premio Lepoldo Calvo-Sotelo al Liderazgo Público de los Ingenieros de Caminos
- El Premio Rafael Izquierdo a la Solidaridad, y
- El Premio Sagasta de Ensayo.
Además, La Fundación celebra cada año desde 2015 un Foro de la Ingeniería y las Obras Públicas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que pretende ser un escaparate de la profesión, de los sectores de ingeniería y construcción que giran en torno a ella, y de las relaciones entre la ingeniería de Caminos, la modernización y el incremento de la productividad de nuestra economía. Los próximos días 6 y 7 de julio celebraremos este año el Foro en Santander, en una semana de la Ingeniería y Obra Pública que abrirá Seopan los días 4 y 5.
Hasta aquí, la referencia al pasado. Y ya, de cara al futuro, permitidme que os ofrezca un esbozo de los proyectos que mi candidatura, en la que cuento con el apoyo insustituible de José Polimón, y de la totalidad de la Junta de Gobierno, lleva en cartera, y que como es lógico han figurado en el programa de nuestra campaña electoral. Entre otros objetivos que iremos desgranando, me parece oportuno destacar hoy los siguientes:
- Pretendemos mejorar la prestación de servicios a los colegiados, asegurando la viabilidad de los mismos y haciendo especial hincapié en la igualdad de condiciones para todos, residan donde residan.
- Profundizaremos en el plan estratégico, persiguiendo sus objetivos e incrementando las actuaciones que redunden en beneficio de la profesión. En especial, creo que debemos concentrar nuestros esfuerzos en el apoyo al empleo, que nos obliga a centrarnos en la internacionalización, y en la mejora de las condiciones laborales de los jóvenes, hoy muy perjudicados por el descenso de la inversión.
- Mejoraremos y modernizaremos materialmente el Colegio con criterios de austeridad, adecuando las sedes a las necesidades y dotándolas de las mejoras tecnológicas que aseguren un mejor servicio a todo el colectivo.
- Potenciaremos la Fundación, procurando que la relevancia de sus logros anime a los patronos a dotarla cada vez con más recursos. Trabajaremos intensamente en la promoción de los Premios, que han de convertirse en referentes profesionales de primera magnitud; perseguiremos que el Foro anual de la Universidad Menéndez Pelayo sea cada año un hito singular que realce los logros del sector y difunda a la opinión pública las inquietudes de la profesión; y lanzaremos inmediatamente el Máster de Proyectos Internacionales y Políticas Públicas que estamos organizando en colaboración de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, L’École des Ponts et Chaussés de París y el Instituto Nacional de Administración Pública, con el que pretendemos estimular la excelencia, mediante la cualificación de grupos selectos de compañeros, capaces de cubrir huecos profesionales en el campo internacional, institucional y político en que la carrera debe volver a desempeñar un papel relevante.
- Continuaremos estrechando los lazos con la Asociación de Ingenieros de Caminos y con el Instituto de la Ingeniería de España y las Asociaciones de Ingeniería que lo integran.
- Mejoraremos e intensificaremos la relación del Colegio con las Escuelas ya que pensamos que el conjunto de la profesión tiene que velar por el nivel y la calidad de la capacitación de los futuros profesionales.
Por último, dada mi vinculación con el mundo académico, tengo una preocupación singular que muchos de vosotros conocéis, porque no es la primera vez que la expreso, pero que no está todavía resuelta y que por ello mismo creo necesario reiterar para hacer de este asunto una gran causa por la que deberemos seguir trabajando en el futuro. Me refiero a la conveniencia de que la experiencia profesional habilite para el desempeño de la docencia en las escuelas técnicas en asignaturas específicas de nuestra carrera.
Como bien sabéis, la carrera docente universitaria se basa actualmente casi en exclusiva en la investigación y en la acumulación de méritos por la publicación de aportaciones más o menos innovadoras, de forma que puede darse el caso paradójico de que un catedrático de puentes en nuestras escuelas, pongamos por caso, no haya proyectado ni construido un puente en su vida.
El asunto no es banal porque la experiencia profesional desempeña un papel trascendental en la docencia en nuestra profesión. José Antonio Fernández Ordóñez, por ejemplo, explicó en cierto desahogo autobiográfico cómo en el curso de sus estudios no consiguió interesarse por la carrera hasta que llegó a las clases de José Entrecanales y Eduardo Torroja, adquiriendo entonces la verdadera vocación, cito sus palabras textualmente, “no por la transmisión de conocimientos –que es mejor ahora probablemente- sino por la visión de la vida profesional que aprendió con ellos: el amor a lo bien hecho, la tentación del riesgo y su contrapeso en la seguridad de las obras, la honradez en la utilización del dinero ajeno, la manera ética y digna, en resumen, de entender la profesión”.
Vicente Machimbarrena, quien fuera director de la Escuela de Madrid entre 1924 y 1936 –la única de España hasta los años sesenta del pasado siglo-, explica en un artículo publicado en la Revista de Obras Públicas cómo en un Congreso de Ingeniería en que participó se discutió la conveniencia de que los profesores de las Escuelas técnicas simultaneasen, para mejor enseñar, el ejercicio de su labor docente con el de la práctica profesional, al servicio de la empresa o del Estado. El ilustre ingeniero escribía sobre el particular: “Hay quienes creen que los maestros, desde el momento en que hacen profesión de consagrarse a la augusta misión de enseñar, deben romper todo linaje de vínculos con las realidades del mundo en que hasta entonces han vivido (…). El aula, el laboratorio y la biblioteca serán los únicos lugares que frecuenten con dignidad estos ascetas del pensamiento (…) En contra de semejantes abstracciones, veamos lo que la realidad nos ofrece (…) En todos los países del mundo, profesores eminentes de las Escuelas de Ingenieros son al mismo tiempo consejeros técnicos, directores, peritos, consultores, etc. de Sociedades Industriales y Corporaciones oficiales, sin menoscabo de la ética”. Y concluía diciendo que “sólo ventajas se obtienen de que los profesores vivan en contacto con las realidades de la profesión, sin desdeñar a los que, encerrados en su torre de marfil, se apartan del mundanal estrépito de los asuntos industriales…”.
En determinadas materias, sobre todo las vinculadas a actividades que requieren práctica y familiaridad con los procesos constructivos, es preciso construir un nexo de continuidad entre la experiencia y la cátedra, para que los mejores en el desempeño de cada especialidad no queden forzosamente fuera de la docencia, con la consiguiente pérdida de calidad en la formación de los futuros ingenieros.
Voy a concluir.
Mi afán, y el del vicepresidente José Polimón, así como el de todos los miembros de la Junta de Gobierno que me han acompañado en esta aventura electoral, es esencialmente el de avanzar en la modernización del Colegio para que sea una valiosa herramienta de inserción y desempeño profesional de los colegiados, les facilite una conexión intensa con la sociedad y sea útil en definitiva a todos, especialmente a los más jóvenes. En consecuencia, me pongo incondicionalmente a disposición de todos, dispuesto a escuchar, a debatir y a actuar para avanzar en beneficio de todos.
Muchas gracias.
Comentarios