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Y Macron se subió al andamio

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Emmanuel macron Elecciones francesa Francia

Emmanuel Macron llegó al Elíseo con la etiqueta de gobernante regenerador y centrista que tan de moda está. Su victoria sobre Le Pen en segunda vuelta narcotizó a una Unión Europea temerosa de que París cayese en manos del neofascismo del Frente Nacional. Se esperaba que el nuevo presidente hiciese algo por apaciguar el malestar social, pero los principales beneficiarios de sus primeras medidas fueron las clases más altas. Un año después de su llegada al poder, justo cuando las encuestas empiezan a mostrar el descontento colectivo, Macron pretende sofocar la desigualdad.

Según el barómetro de Le Figaro Magazine, solo el 32 % de los franceses tiene confianza en el jefe de Estado. Macron se acerca peligrosamente al 27 % de popularidad de su antecesor, François Hollande, a los 14 meses de estrenar mandato. En Versalles, Emmanuel Macron dio su segundo discurso ante los diputados y senadores reunidos en sesión extraordinaria. La prensa, tanto nacional como internacional, recalca el tono humilde que empleó el mandatario galo para arrancarse la etiqueta de ‘presidente de los ricos’. “Sé que no puedo lograr todo, que no lo lograré todo, pero lucharé infatigablemente para conseguir lo mejor para los franceses”, dijo Macron.

En su perorata, el presidente adelantó que en septiembre presentará un plan contra la pobreza, que será puesto en marcha el año que viene, y trató de calmar a los pensionistas asegurando que su plan de reforma de las pensiones no trastocará sus planes. Sobre el corte liberal de sus medidas, Macron argumentó que “hacer política para las empresas no es hacer política para los ricos. Es una política para toda la nación, para el empleo, para los servicios públicos y para aquellos que se quedan al margen”, señaló.

A Macron le borraron la careta de centrista a los pocos días de llegar al poder. Una de sus primeras medidas fue desautorizar el impuesto del 75 % para los más ricos. Primero, los privilegiados; después, si eso, la clase trabajadora. No mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la sociedad, la más golpeada por la crisis, solo alimentará a opciones políticas como el Frente Nacional.

El protector de la clase alta

En enero, el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE) señaló que las medidas fiscales adoptadas por Macron eran una reverencia al porcentaje más privilegiado de la población, ya que se reducía la fiscalidad del capital, se reducían las cotizaciones de las empresas y se aumentaban los impuestos indirectos. El organismo independiente señaló que “las nuevas medidas favorables a las familias benefician masivamente al 2 % de los más ricos; por el contrario, la revalorización de las ayudas sociales no compensan las subidas de la fiscalidad indirecta”.

Emmanuel Macron quiere ponerse el mono de trabajo y subirse al andamio ahora, después de haber puesto en marcha una reforma laboral que flexibilizará la contratación y el despido. Entre otros puntos, el texto elaborado por Macron y los suyos fijaba un techo para las indemnizaciones por despido improcedente, que hasta ahora se decidían en el organismo de arbitraje laboral. Va a ser muy difícil que las clases trabajadoras recuperen lo perdido en los últimos años, en Francia y en otros muchos países.

El pesimismo se está instalando en Francia. El 44 % de un sondeo realizado por Sopra-Steria, de cuyos resultados realizó una reseña Le Monde, considera que ‘Francia es un país lleno de posibilidades’. Un año antes, esta cifra se situaba en el 53 %. Si el pesimismo de los votantes se traduce en descontento con la clase política las opciones populistas volverán a amenazar a los gobiernos. Quizá sea hora desde la altura de un andamio, con vistas a la calle.

Sergio García M.
Sergio García es periodista, escritor y director de Comunicación y Relaciones Institucionales en Grupo Mainjobs. Ha trabajado en 'elEconomista', ha publicado en 'Ethic' y es colaborador habitual de 'Analytiks'.

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