Ciudadanos aspira a gobernar y a liderar la derecha española. Huyendo desde sus inicios del eje izquierda-derecha, la formación naranja desterró de su ideario político la socialdemocracia en el congreso de 2017. En plena crisis de las familias socialdemocristianas, el partido, que nació en Cataluña como respuesta al nacionalismo catalán, abrazó el liberalismo progresista. Dos años más tarde, Albert Rivera y los suyos, después de llegar de la mano de Vox a la Junta de Andalucía, niegan ahora un futuro pacto con el PSOE. Mucho se ha escrito sobre el posicionamiento ideológico de Ciudadanos, dada su plasticidad para formar Gobiernos de uno u otro color, pero a estas alturas ya no quedan dudas de la trinchera elegida para asaltar el 28-A.
La decisión tomada por Albert Rivera, discutida por la dirección del partido y criticada por quienes no contemplaban la idea de excluir al PSOE de un futurible acuerdo, responde a una necesidad cortoplacista. El rechazo que genera Pedro Sánchez entre el electorado indeciso entre Ciudadanos, PP y Vox y la pérdida de votos de los naranjas en favor de los de Santiago Abascal fueron los dos argumentos principales para defender su ‘no’ a Sánchez.
Lluís Orriols, profesor y vicedecano de estudios de Ciencia Política por la Universidad Carlos III de Madrid, asegura a Analytiks.es que «Ciudadanos está realizando un análisis a corto plazo de la situación, como no puede ser de otra manera, ya que las elecciones se celebran en pocas semanas. La estrategia tiene cierto sentido porque la formación naranja ha entendido que en estos comicios lo que verdaderamente está en juego es la derecha. Ahí es donde el electorado es más volátil y donde C’s se juega más votos respecto a otros partidos».
La volatilidad en la derecha: Ciudadanos, el gran perjudicado
La encuesta de Metroscopia para Henneo (18 de febrero), que sitúa a Pedro Sánchez como vencedor de las próximas elecciones y reafirma la llegada del pentapartidismo a España, da pistas sobre el terremoto que vive la derecha. El mayor trasvase de votos se está produciendo desde el PP hacia Vox. Un 21 % de los votantes de Rajoy en las últimas elecciones apoyaría hoy a Abascal. En cuanto a Ciudadanos, un 13 % cambiaría la chaqueta naranja por la verde y un 8 % y un 5 % votaría por PSOE y PP, respectivamente.
«Si nos centramos en los datos de Metroscopia», señala Orriols, «vemos dónde reside el temor de Ciudadanos: el partido que antes era el principal receptor de los votos del PP, ahora ve que el principal refugio de los desafectados por el PP es Vox. Además, se está viendo cómo se multiplica la fuga de votos de C’s a Vox». Si la formación naranja quiere frenar esta tendencia, no le queda más remedio que competir en este espacio.
Como toda estrategia, esta también conlleva un riesgo: desatender el espacio que comparte con el PSOE tendrá un coste. Orriols nos explica que «la pregunta no es si una decisión tiene costes, porque todas lo tienen; la pregunta es si el saldo final es positivo o negativo. En política, raramente vamos a encontrar posiciones en las que el saldo sea positivo y no tenga costes. Obviamente, no vamos a tener una respuesta rápida».
Ciudadanos y el partido de vuelta
El politólogo, no obstante, coloca entre interrogantes esta estrategia de Ciudadanos de cara al futuro: «A corto plazo, este movimiento táctico tiene sentido. Otra cuestión es que esto le pueda generar cierto desgaste a medio y largo plazo. Un desgaste de consistencia en las posiciones del partido y en la construcción de un espacio liberal de centro. Esto, obviamente, desgasta un poco». El problema, añade Orriols, es que «no se puede pensar en el medio y largo plazo, porque a lo mejor para entonces ya es demasiado tarde. Vivimos en una convulsión política en la que las batallas son el día a día, y esto les impide a los partidos construir coaliciones de apoyos que sean más sólidas».
Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Valencia, en un artículo escrito para El País, siembra dudas sobre los réditos de esta decisión, que, dice, beneficia al PSOE «al clarificar las fronteras en la competición por el espacio moderado». Teruel tampoco ve claro el efecto ante el escepticismo de sus potenciales receptores y señala que algunos votantes pueden tomar el gesto de Rivera como «una mera teatralización más, dando por descontado que, si el día después los naranjas son decisivos, no tendrán problemas en rectificar».
Ciudadanos prepara su adelantamiento al PP. Rivera se encuentra ante su momento más complicado: su liderazgo, como dice Teruel, «puede tener los días contados si los resultados de abril desembocan en un nuevo fracaso de las expectativas suscitadas por un año de pronósticos electorales en ascenso». Tener las expectativas muy altas puede ser un problema. Podemos también coqueteó con la idea del sorpasso al PSOE, y, a día de hoy, la formación morada, según la encuesta de Metroscopia, está a escasos puntos de ser superada por Vox.
Cs no aspira a nada, ni ellos mismos saben lo que son.