Malas noticias para el partido socialista según la última encuesta del CIS: en un mes, Ciudadanos ha subido casi cinco puntos, los que ha descendido el PSOE, que queda en segunda posición pero con el aliento de Rivera en el cogote, en vías de obtener el peor resultado de su historia democrática, en el entorno del 20% de los votos.
Esta caída en el peor momento se ha debido, seguramente, a una desconexión entre el partido socialista y su electorado natural, que en la actual coyuntura debe estar formado por los jóvenes que no consiguen integrarse social ni laboralmente y por los asalariados maduros que se han visto excluidos del sistema por la crisis y no encuentran posibilidades de regreso al mercado laboral. Estos dos grandes colectivos, desencantados con el neoliberalismo en boga que ha conseguido que el país retorne al crecimiento económico pero no les ha sabido dar una respuesta adecuada, buscan desesperadamente a quien les ofrezca intervención, tutela, políticas activas, atención personalizada. Y el PSOE, que incluso ha vacilado al proponer la derogación de las últimas reformas laborales y que se ha adherido a la dudosa solución de favorecer el trabajo autónomo en detrimento del asalariado, no ha respondido a estas demandas.
La derecha y la izquierda deben formalizar un equilibrio estable en los regímenes democráticos, y el partido que fracase en la tarea de aportar su propio contrapeso se verá severamente castigado por los electores.
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