Política

El soberanismo cobarde

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Miquel Iceta Senado

En las elecciones del pasado 28 de abril, competían dos orientaciones opuestas del conflicto catalán: de un lado, los partidos conservadores llevaban en sus programas propuestas duras, de aplicación inmotivada del artículo 155 C.E. sin límite de tiempo, de recentralización de competencias y, en el caso de Vox, de desaparición del Estado de las Autonomías y de retorno al estado unitario y centralizado de la dictadura. Las fuerzas progresistas, PSOE y UP, habían adoptado en cambio propuestas de negociación y diálogo, de distinto alcance pero coincidentes en la búsqueda de una salida en el estricto marco constitucional.

El pronunciamiento del electorado ha sido inequívoco, tanto en el Estado como en Cataluña. En el ámbito estatal las fuerzas progresistas se han impuesto a las conservadoras, y todo indica que, tras un trienio abrupto de incertidumbre y parálisis, se abre un periodo de estabilidad de cuatro años que debe ser aprovechado para recuperar el tiempo perdido y planear todos los avances posibles.

Y en el ámbito catalán, el nacionalismo posconvergente (7 diputados), que es el más sectario y el que está siendo agitado con fanatismo por Puigdemont y Torra, ha sido derrotado en buena lid por el de Esquerra Republicana (15 diputados), que parecía más pragmático, más dispuesto a aceptar el principio de legalidad democrática y más resignado a renunciar a la independencia imposible para regresar a una relación creativa y fecunda de las instituciones catalanas con las estatales.

Pero el soberanismo de ERC ha terminado traicionando su propio relato y, temeroso de ser tachado de tibio por los independentistas vociferantes, ha claudicado ante la propuesta inteligente de colocar a un catalán autonomista de crédito al frente del Senado. En realidad, la elección de Iceta como senador por el Parlament debió haber sido automática, según los usos y costumbres practicados durante décadas según los cuales cada partido designa a sus propios representantes en la Cámara Alta.

La contravención de esta norma no escrita es ya una afrenta más a la normalidad, que tiene por añadidura mucho peso político puesto que supone una negativa clara de ERC a la solemne invitación al diálogo formulada por Pedro Sánchez.

ERC y el miedo

Con toda evidencia, ERC ha tenido miedo de los dicterios que hubieran lanzado contra el ejercicio de racionalidad que se le reclamaba los más acalorados paladines de una secesión que no será, primero porque es imposible en el terreno constitucional y además porque la comunidad internacional nunca apoyaría una pretensión secesionista que ni siquiera enarbola la mitad de la población.

Ya se sabe que estas vehementes causas identitarias, las mismas que alimentan el odio reconcentrado que destila este oscuro personaje que es Torra, tienen el poder de amedrentar mediante la descalificación y el insulto a quienes disienten de sus posiciones y dejan de ser por tanto ‘buenos patriotas’, y ello explica adhesiones incomprensibles y derivas inefables en Cataluña. En este caso, Junqueras ha demostrado ser un político cobarde y frágil. Sin paliativos.

Compartir alegría con el ‘enemigo’

Es una triste paradoja que los soberanistas que han impedido que Iceta haya sido nombrado senador por representación de la autonomía catalana han compartido alborozo y euforia con el PP y con Ciudadanos, los mismos que siguen defendiendo al vía del artículo 155 inmotivado y de la recentralización de España.

Algo falla en el raciocinio de quienes, a la luz de la experiencia, deberían retractarse compungidamente de aquella aberrante violación de la legalidad que cometió el Parlament el 6 y el 7 de septiembre de 2017 al aprobar normas groseramente inconstitucionales, y que ahora vuelven a utilizar el Parlament como arma arrojadiza contra quienes, confiando en la naturaleza humana, todavía creen que aquella ruptura injustificable, fracasada sin contemplaciones, podría reconducirse y dejar a paso nuevos estadios convivenciales. Después de todo, la democracia es un sutil e inteligente método de resolución de conflictos,  y quienes creemos en ella no podemos renunciar a la idea de que cualquier diferendo político tiene que tener una solución incruenta.

Las soluciones cruentas, y ya sabemos todos de qué estamos hablando, son las que hay que alejar todo lo posible del presente y del futuro. Aunque persistan en el error quienes egoístamente mantienen el cuanto peor, mejor.

Antonio Papell
Director de Analytiks

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1 Comentario

  1. La farsa continúa, gana el sin sentido, si hace unos años, tampoco tantos, me dicen que la actitud de ERC iba a ser la que está llevando, no me lo hubiera creído; y si se lo hubieran dicho a Tarradellas ¡Ni te cuento! La farsa ha llegado a tal extremo que es muy difícil la vuelta atrás de los dirigentes independentistas. Hay dos partidos que pelean por ser los más independentistas y llevarse el gato al agua. Junqueras lleva tiempo traicionando su relato, como cuando Puigdemont quiso convocar elecciones, convocatoria que duró horas. El independentismo son gestos, porque detrás no hay nada real; y es lo que ha hecho ERC, votar en contra de Iceta como senador, además de que estamos en elecciones. Un efecto para los suyos, pero, que puede volverse en su contra. Iceta, significa diálogo, por lo tanto, no interesa porque no ayudaría a la crispación, al enfrentamiento que es lo que venden.

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