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Iglesias y Sánchez dejan las espadas en alto

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Pedro Sánchez e Iglesias: espadas en todo lo alto

Pablo Iglesias, con educación y concisión, ha puesto los puntos sobre las íes a Pedro Sánchez, tras el desarrollo desconcertante de la sesión de investidura, en que el aspirante, Pedro Sánchez, ha comenzado pidiendo un pacto de Estado para reformar el artículo 99 CE en términos que permitirían ser investido al líder de la fuerza más votada. El líder socialista ha comunicado después un vasto programa de gobierno minucioso y pormenorizado como si dispusiera de mayoría absoluta para desarrollarlo, y, en turnos posteriores, ha pedido al Partido Popular y a Ciudadanos la abstención para que él mismo pudiera tomar posesión de la presidencia sin hipotecas.

La sesión comenzaba con noticias veladas de que las negociaciones PSOE-Unidas Podemos no avanzaban porque los socialistas se negaban a la hora de la verdad a entregar una fracción del poder a sus futuros socios de coalición.

Sánchez: un discurso sin un solo guiño a Iglesias

El discurso de Sánchez, dos horas a ritmo veloz de enunciados programáticos, fue un sustancial programa de gobierno, convincente, completo, con alguna laguna sorprendente como la ausencia de una mención expresa y explícita a Cataluña. Pero en el proyecto no había guiño alguno a sus futuros socios, a los que apenas se mencionó al final para dar por sobreentendida la tarea conjunta de la izquierda.

La sospecha de que Sánchez intentaría hasta el último momento no tener que apelar a UP para gobernar cobraba cuerpo, y se formalizaba todavía más con las insistentes peticiones de abstención a PP y a C’s, a pesar de la dureza de la controversia mantenida con ambos, que en algún caso bordeó incluso el insulto.

En estas circunstancias, la primera y breve intervención de Iglesias —apenas diez minutos— no ha sorprendido a nadie: el pacto de Estado para reformar el artículo 99 de la Constitución es un indicio de que Sánchez no desea gobernar con nadie. Además —y en esto tiene razón Iglesias— la reforma retuerce el espíritu constitucional y, desde luego, trata de desfigurar la voluntad de los españoles, que ya han formado mayorías absolutas en otas ocasiones cuando lo han considerado pertinente.

Iglesias critica las excusas del PSOE para frustrar la coalición

Asimismo, ha lamentado Iglesias que el PSOE haya buscado sucesivas y manifiestas excusas para frustrar una coalición, y sólo ha accedido a ello con la boca pequeña cuando Iglesias aceptó echarse un lado ante la petición en tal sentido de su futuro socio.

El líder de UP ha sido claro en el resto de su intervención: los suyos exigen compartir el poder para conseguir, o contribuir a conseguir, una serie de objetivos que van desde conseguir más justicia fiscal a lograr una ley de igualdad LGTBI. Y, tras manifestar que ya están resignados a no controlar los llamados Ministerios de Estado, ha advertido a Sánchez de que los españoles no entenderían que el PSOE desistiera del pacto posible con UP y terminaran prefiriendo unas nuevas elecciones.

Espadas en alto, incertidumbre total

Sánchez no se ha amilanado: ha recordado que el PSOE, que tiene 140 años de vida, ha puesto en pie muchas de las instituciones que UP quiere ahora revitalizar (Iglesias le ha replicado luego diciendo que si no hubiera sido por los errores del PSOE, Podemos no existiría); ha reconocido que su verdadero interés es llegar a pactos con UP para emprender ilusionadamente las reformas pendientes, y que, aunque conoce las críticas que recibirá al integrar a miembros de UP en su gobierno, está dispuesto a correr ese riesgo.

Los socialistas quieren ese gobierno de coalición. Y si no hubiera forma de lograrlo —ha añadido Sánchez—, hay otras fórmulas, como un pacto de investidura y otras. Finalmente, Iglesias ha perdido la paciencia, se ha considerado en ridículo por la resistencia del PSOE a acceder con cierta generosidad a la coalición y ha lanzado a Sánchez un exabrupto. El presidente del Gobierno en funciones no ha contestado, las espadas han quedado en alto y la incertidumbre es ya total.

Manifiestamente, Sánchez e Iglesias seguirán negociando ese gobierno a cara de perro, que saldrá muy probablemente adelante pero que aún costará sangre, sudor y lágrimas. Hay tiempo hasta el jueves, por lo que aun quedan muchas horas de tensión e incertidumbre. Los ciudadanos no nos merecemos esta desazón.

Antonio Papell
Director de Analytiks

Lea el discurso completo de Pedro Sánchez durante la sesión de investidura

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