Política

Por la razón o por la fuerza

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Por la razón o por la fuerza 1

El escudo de Chile tiene una inscripción que da forma al lema patrio: “Por la razón o la fuerza”. Una contundente aseveración que tiene dos lecturas. La primera es de tiempos en los que el país pretendía independizarse de España y viene a decir que si la emancipación no se conseguía por la vía pacífica, habría que coger por las solapas de la camisa a la Corona; la segunda, más moderna, apuesta por la razón para regir la vida pública y especifica que sólo se podría llegar a las manos si la razón fuera violentada. Lo peor de todo es que aquel lema chileno, en cualquiera de sus acepciones, da pistas de lo que ha pasado y puede pasar entre Cataluña y España.

Por partes. En este conflicto los dos bandos creen tener la razón, que para el Gobierno de Rajoy está redactada en las leyes y para el Ejecutivo de Puigdemont en el fervor de -su parte- de la calle. Dos legitimidades que no casan y el último ejemplo está en el torpe movimiento que ayer protagonizó la causa independentista en el Parlament al querer adelantar los acontecimientos y aprobar la ley de su referéndum de independencia sacrificando varias votaciones democráticas que, gracias a su mayoría en escaños, habría ganado de calle igualmente. Esa posición política dominante en el Parlament le sirve de coartada al soberanismo para autojustificarse.

En Madrid no hacen caso a una causa que el independentismo considera legítima y, por ende, su razón se violenta y Puigdemont usa la fuerza parlamentaria para someter a la oposición. Esta lectura es la más piadosa, porque también se podría pensar que los soberanistas catalanes pasaron ayer por encima de la ley para no tolerar la opinión del contrario y eso, sin duda, no es democracia.

Al margen de Puigdemont, el lema también sirve para Rajoy, quien pide amparo a las instituciones del Estado para frenar un referéndum que no estaría reconocido por la normativa internacional, motivo que le otorga legitimidad a la cruzada de la unidad de España. Ahora bien, igual que ha ocurrido en el Parlament por designio de Puigdemont, Rajoy también podría entender que su razón ha sido mancillada y que, como consecuencia, él estaría legitimado a usar la fuerza, política o no, como refrenda la Constitución.

¿Y ahora qué? Dos partes dicen llevar la razón y las dos podrían, por ello, atribuirse la fuerza aunque sólo uno tenga la ley de su parte. En Chile se la atribuyó un militar, Augusto Pinochet, que mandó bombardear el Palacio de la Moneda con el presidente elegido democráticamente, Salvador Allende, en su interior.

 

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