La llegada e implantación de las redes 5G supondrán el mayor impacto en la productividad de las economías desde la llegada de Internet. Quedarse atrás en esta carrera puede tener consecuencias dramáticas, tanto para las empresas como para los estados; máxime en un momento como el actual, en el que la tecnología es una nueva forma de demostrar poder. Aquel que domine la industria del 5G, hará lo mismo con la economía mundial. China y Estados Unidos ya se han dado cuenta; Europa, por su parte, actúa como si no participase en esta carrera.
El 5G, el nuevo estándar de red de telecomunicaciones móviles, debería de llegar a los mercados desarrollados en los próximos años. Esta tecnología, además de multiplicar la capacidad de transmisión de datos, mejorará dos aspectos de la red 4G que la limitan para protagonizar la revolución que viene: la latencia (el tiempo que tarda en transmitirse un paquete dentro de la red) y la capacidad de conectar miles de objetos simultáneamente. Mientras que la tecnología 4G puede conectar hasta 2.000 dispositivos por km2, la 5G podrá gestionar hasta un millón de objetos conectados en el mismo espacio, según The Wall Street Journal.
Una carrera por el 5G… ¿o una pelea?
Rob McDowell, un excomisionado republicano de la FCC (la Comisión Federal de Comunicaciones de EE. UU.), recuerda que empresas como Uber, Aibnb o Netflix surgieron en el país norteamericano gracias al 4G. «Nadie fue capaz de prever la economía de las aplicaciones. Lo emocionante del 5G es que nadie puede imaginar lo que va a suceder», afirmó en las páginas de WSJ. Sin embargo, quedarse atrás «situaría a EE. UU. en desventaja competitiva a nivel mundial».
China y Estados Unidos ya saben lo que está en juego y se han lanzado con todas sus fuerzas a la conquista del 5G. Tanto es así que Washington ha prohibido a Huawei y a ZTE participar en las redes de los operadores estadounidenses porque considera que están espiando las comunicaciones del país en colaboración con el gobierno chino. Los fabricantes, por su parte, lo niegan. Y aún hay más: la Administración Trump ha prohibido recientemente a cualquier funcionario federal (principalmente a los relacionados con la seguridad) utilizar móviles de estas dos marcas. Otros países como Australia, Nueva Zelanda o Japón también han bloqueado el equipamiento de fabricantes chinos.
Huawei, el gigante
Huawey y ZTE son dos de los fabricantes de equipamiento de red más importante del mundo. La tecnología de la primera firma puede incluso ser clave en el despliegue del 5G, de modo que prohibir su equipamiento podría retrasar algunos años la implantación de esta nueva red en Europa, además de aumentar el coste de los operadores, según ADSLZONE.
La instalación de equipamiento 5G requiere de un elevado gasto en fibra óptica. Muchos países acaban de recuperarse, al menos teóricamente, de la última crisis económica, por lo que sus finanzas están maltrechas y su capacidad para asumir estos costes es limitada, según explica Enrique Feás en este lúcido artículo. México, Filipinas, Arabia Saudí y otros países europeos, como Portugal, Italia o el Reino Unido, han aceptado con gusto el acuerdo, imbatible desde el punto de vista económico, ofrecido por Huawei para desarrollar sus redes 5G.
¿Y Europa?
La Comisión Europea, a raíz de las sospechas vertidas contra Huawei, publicó en marzo una serie de recomendaciones para garantizar la ciberseguridad de la red 5G. En el documento, al que tuvo acceso La Vanguardia, se dan tres meses (hasta finales de junio) para que los estados miembros presenten una valoración de riesgo de la infraestructura del 5G que incluya los elementos más sensibles donde las brechas de seguridad puedan tener un impacto más negativo.
Además, el documento pide a los estados que analicen los riesgos derivados de los factores técnicos y del control que puedan tener países terceros de esta tecnología. No se menciona a Huawei explícitamente y no se extiende la prohibición iniciada por EE. UU., pero sí se subraya la importancia de la seguridad de la red 5G.
Rezagados
Son pocas las empresas capaces de fabricar equipos de transmisión y sistemas para operadores de telefonía móvil. En Europa contamos con la finlandesa Nokia y la sueca Ericsson, que pueden resucitar al calor del bloqueo a Huawei, ya que están firmando memorandos de entendimiento con operadores estadounidenses. Estas multinacionales se han visto en la obligación de cruzar el charco porque, como comentaron sus principales directivos en el Mobile World Congress celebrado en Barcelona en febrero de este año, las autoridades comunitarias y nacionales no trabajan para acelerar los procesos.
Según El Español, la Unión Europea ha publicado un informe en el que describe que actualmente ningún país europeo, con la excepción de Finlandia, ha adjudicado completamente su espectro de 700 MHz, el que hará posible el verdadero despliegue comercial. Este espacio deberá quedar liberado por las televisiones, como muy tarde, en junio de 2020, pero a partir de aquí es terra incognita para comenzar el despliegue. Desde Nokia aseguran que Europa no puede pensar en liderar la carrera por el 5G si a estas alturas no está adjudicado este espectro en casi ningún país. «Estamos al menos dos años por detrás en el avance de otros continentes», apunta al diario digital Jane Rygaard, Head of Marketing de redes móviles de Nokia, en el marco del MWC.
La Unión Europea, como explica Feás, no cuenta con una tecnología 5G propia, sino con dos empresas que compiten entre sí contra otra china. La UE debería evitar que este rifirrafe entre firmas comunitarias termine beneficiando a un tercero, sobre todo teniendo en cuenta que Huawei amenaza con una peligrosa posición de dominio, pero también porque hay que preservar la seguridad de las telecomunicaciones.
La Unión Europea va muy rezagada respecto a EE. UU. y China en lo que a desarrollo tecnológico se refiere. Es un imperativo tomar mayor agilidad y ser capaces de diseñar estrategias tecnológicas que no nos dejen a la cola del mundo. Europa ya no es ni la fábrica del mundo ni la inventora de la economía digital. La UE no puede perder más trenes.